Ya son cuatro los años en los que cada 26 de noviembre se conmemora el Día Mundial del Olivo, un árbol tan valioso en nuestra cultura mediterránea desde hace miles de años.
«La presencia del olivo, cultivado desde hace milenios en las regiones de clima mediterráneo, atraviesa el tiempo y el espacio. Desde la Edad del Bronce, en efecto, se plantan y cuidan olivos para recoger su fruto, prensarlo y elaborar con él un aceite que tiene muy diversos usos, desde la alimentación hasta el cuidado de la salud, pasando por la iluminación y las prácticas religiosas y deportivas». (Audrey Azoulay, Directora General de la UNESCO)
Bastan estas palabras de la directora de la UNESCO para constatar que estamos ante mucho más que una especie vegetal que hay que proteger y conservar. El olivo es un símbolo y un motor económico, es una forma de vida y el origen de uno de los alimentos más saludables y nutritivos que existen, el aceite de oliva virgen extra.
Así que nos parece interesante recordar
4 datos que constatan su importancia
Conmemorar el Día Mundial del Olivo es más que necesario por muchísimas razones, pero nosotros nos vamos a centrar en 4 datos que constatan su importancia.
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Se estima que existen más de dos millares de variedades de olivo conocidas en el mundo. Eso permite contar con toda esa diversidad de productos, sabores, cualidades que ofrecen tantísimos tipos de aceitunas.
En España se calcula que hay 580 variedades, tal y como recoge el sitio web variedadesdeolivo.com.
Pero hay hasta 2054 variedades entre el resto de variedades mediterráneas y las variedades existentes en países no mediterráneos.
Como curiosidades, te decimos que hay 38 países en el mundo donde se cultiva el olivo, 19 variedades en China y 646 variedades en Italia, que es el único país mediterráneo que tiene más variedades autóctonas descritas.
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La necesidad de conservar el olivo crece a medida que el mundo afronta el cambio climático. Estamos hablando de proteger una especie que sufre en muchos casos las consecuencias del calentamiento global. Pero también se trata de la protección del patrimonio cultural y natural, de sus paisajes y del desarrollo sostenible y respetuoso con el medio ambiente que permite el cultivo del olivar.
Como agente contra el calentamiento del planeta, los olivos ofrecen un balance de carbono positivo: absorben más CO2 de la atmósfera del que se emite durante el proceso de producción del aceite de oliva.
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El olivo y su paisaje, el olivar, no solo proporciona alimentos tan conocidos y saludables como las aceitunas y el aove sino que también es un ecosistema importantísimo para la biodiversidad. Su forma de cultivo es sostenible y, desde hace décadas, el sector ha sido un ejemplo de economía circular, tratamiento de residuos y aprovechamiento de recursos para generar energía, como hacemos de hecho en Aceites Sierra Sur.
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La aceituna y el aceite de oliva, el producto del olivo, es uno de los más investigados y analizados científicamente por sus muchísimas cualidades nutricionales, saludables y preventivas de enfermedades.