El aceite de oliva se convierte en un invitado de excepción en Semana Santa. El AOVE cobra protagonismo en la gastronomía propia de esta fiesta religiosa: las mil y una formas de disfrutar del bacalao, el plato estrella de la semana de pasión, requieren un buen aceite de oliva para resaltar su sabor y propiedades: ya sea al pil pil, a la vizcaína o en ricos buñuelos… Por no hablar de los postres propios de estos días, como las torrijas, los pestiños o los roscos, mucho más saludables y deliciosos si se fríen en ‘oro verde’; o el célebre potaje de vigilia, un plato principal que igualmente tiene entre sus ingredientes el zumo de aceitunas.
Hay que tener en cuenta que la Semana Santa se considera una época de recogimiento, con lo que la tradición católica obliga a restringir el consumo de carne los días de vigilia y a guardar ayuno durante la Cuaresma. Esta costumbre llevó a tener una única comida fuerte al día. Por eso se optaba por un plato contundente durante esta época. De ahí que la mayoría de la gastronomía característica de Semana Santa prime recetas bastante calóricas: buñuelos, fritos o potajes que tienen en el aceite de oliva uno de sus ingredientes indispensables.
Pero el AOVE no sólo tiene un peso especial en la gastronomía de estos días. El olivo es un símbolo litúrgico recurrente en los actos que rememoran los últimos días de Jesús, al tratarse de un árbol muy presente en su vida que se menciona, asimismo, en distintos pasajes de la biblia. Por ejemplo, los Evangelios cuentan que cuando Jesús entró en Jerusalén montado en borriquita fue aclamado con ramas de olivo. De ahí que el Domingo de Ramos, cuando da comienzo la Semana Santa, los fieles rememoren este acontecimiento portando palmas y ramas de olivo.
El Jardín de Getsemaní, donde Jesús fue capturado, significa en hebreo “molino de aceite” y Cristo se retiró a orar al monte de los olivos hasta que se lo llevaron para juzgarlo el Miércoles Santo. Por este motivo las cofradías ambientan este episodio ornamentando los pasos con árboles de olivo.
Los Evangelios contienen otros muchos pasajes que hacen referencia al olivo: después del diluvio fue el primer árbol en brotar para dar esperanza a Noé de cara al futuro. También fue una rama de olivo lo que la paloma le llevó al arca.
Por capítulos como estos, el olivo se encuentra entre los elementos litúrgicos de la Semana Santa, una celebración con apartado gastronómico propio al que el aceite de oliva imprime todo su sabor.